Es algo muy común que cuando vamos a comprar un vino, al ver su etiqueta de calificación nos despistemos y nos asalte una duda: ¿cuál es la diferencia entre crianza y reserva?
¿Hasta qué punto este apelativo distingue a unos vinos de otros? Y sobre todo, ¿cuáles en que puntos marcan, en uno u otro, la diferencia?
Principalmente, esta clasificación de vinos hace referencia al tiempo de maduración y envejecimiento que se les ha dado en una bodega de nuestro país, es por ello por lo que sólo encontraremos esta denominación en los vinos de origen español.
No sólo es el consumidor habitual el que tiene ciertas dudas sobre la diferencia entre crianza y reserva, también hay una falta de acuerdo en la unificación de criterios de diferentes bodegas.
Esto es algo normal, ya que es poco útil clasificar los vinos sin más criterio que su envejecimiento. Hay que tener en cuenta otros factores, como el vino en cuestión, su añada o su procedencia.
Es por ello, por lo que la diferencia entre crianza y reserva, y las propiedades diferenciadoras de cada uno son orientativas, pero no por ello menos importantes, ya que el paso por la madera modifica y potencia las características de un vino.
En función del tiempo en contacto con ella, los cambios se aprecian en mayor o menor medida, generalmente, alteran su color, tornándolo en tonos más oxidados, dotándolo de aromas tostados y avainillados en nariz y mayor estructura en boca.
LA DIFERENCIA ENTRE CRIANZA Y RESERVA EN LOS VINOS TINTOS
Para poder considerar un determinado vino tinto de crianza, debe haber pasado, por lo menos, por un envejecimiento de al menos 24 meses, de estos, seis meses tienen que haber transcurrido en barrica.
En el caso de ser de reserva, el tiempo aumenta y se establece un mínimo de 36 meses de envejecimiento, de los cuales, al menos doce han pasado al refugio de la madera.
VINOS ROSADOS Y BLANCOS
En el caso de los vinos blancos y rosados, el tiempo de envejecimiento para ser categorizados como crianza o reserva es mucho menor.
Para poder etiquetarlos como crianza, es necesario un mínimo de 18 meses de maduración, con seis meses en barrica. Para ser marcado como reserva, el vino blanco deberá haber pasado 24 meses de reposo, incluidos seis meses en bodega.
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