El Pirineo aragonés esconde tesoros históricos entre sus montañas. Preciosas casas de piedra, un poderoso patrimonio medieval bien conservado, entre un entorno natural que deja con la boca abierta. A lo largo de este artículo, os mostraremos cuatro pueblos con encanto del Pirineo aragonés que no puedes perderte.
PUEBLOS CON ENCANTO DEL PIRINEO ARAGONÉS: AÍNSA
A pesar de que ya hablamos de Aínsa profundamente y de lugares próximos a la villa que no te debes perder, es inevitable tener que nombrar uno de los tesoros arquitectónicos del Pirineo aragonés.
Su plaza mayor de los siglos XII y XIII, el castillo fortaleza o los mismos paisajes colindantes, lo hacen uno de los pueblos con encanto del Pirineo aragonés en el que pasar un fin de semana maravilloso.
TORLA
Este pueblo con encanto del Pirineo aragonés se sitúa al margen del río Ara y está rodeado por imponentes picos que superan los dos mil metros de altitud. Además, Torla se encuentra a los pies del Parque Nacional de Ordesa y Monte Perdido.
Pero no es sólo vistas espectaculares y de ensueño, este pueblo también destaca en los pequeños detalles arquitectónicos, con las balconadas de las casas decoradas con flores, o la joya de iglesia parroquial construida en el siglo XVI.
ALQUÉZAR
Alquézar ha estado en varias listas nacionales de pueblos más bonitos de España. Su integración en un impresionante paisaje de piedras calizas modelado por el río Vero, cerca de un tremendo cañón en el que se esconden acantilados e incluso cuevas de arte rupestre, que podemos recorrer en una ruta de pasarelas.
Su arte arquitectónico también es de enorme valor, con un casco urbano de marcado trazado medieval que fue declarado en 1982 como Conjunto Histórico Artístico, al que se une como otra joya arquitectónica la majestuosa Colegiata, que desde el año 1931 es Monumento Nacional.
SALLENT DE GÁLLEGO
Desde el siglo XIII, Sallent de Gállego es una de las villas más importantes del Valle de Tena. Un pueblo situado entre impresionantes montañas que se alzan en un paisaje natural a los pies del embalse de Lanuza.
El pueblo conserva sus tortuosas y estrechas callejuelas, y un puente medieval construido en el siglo XVI, y una más que impresionante iglesia gótica.
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