Empieza una Semana Santa especial para todos pues, debido a las restricciones por la pandemia de los años anteriores, no hemos podido juntarnos y disfrutar de reuniones hasta ahora. Por ello, toca recibir a gente en casa y soprenderles con algo diferente, más interactivo: una cata de quesos.
Preparando una cata de quesos vas a lograr, además de ofrecer unos deliciosos bocados a tus comensales, que se diviertan. Hoy te daremos todas las nociones que necesitas para organizarla y triunfar.
Busca el momento perfecto para presentar la cata de quesos
El queso es un plato en sí mismo, es decir, debemos saber cual es el momento de la cena o comida donde quieres sorprender a tus invitados con la cata de quesos. Piensa bien cómo vas a enfocarla y decide si prefieres recibir a tus comensales con una bienvenida que no imaginan o, de lo contrario, guardarás lo mejor para el final, apostando por un broche de oro con sabor a queso. Tomes la decisión que tomes, estará bien. Pero, dependiendo de lo que elijas, deberás seleccionar unos quesos u otros y maridarlos de diferente manera.
Anteriormente, en uno de nuestros artículos, os contamos con qué acompañar el queso y ya conoces que, además del pan, combinan bien los frutos secos. Sin embargo, las mermeladas artesanales y confituras, los frutos rojos e incluso, el chocolate artesanal, son opciones ideales para maridar tus quesos a la hora del postre.
El vino es otro detalle a tener en cuenta. ¿Te imaginas una cata de quesos sin vino?, si vas a ofrecer la cata de quesos al inicio de tu evento, apuesta por los tintos pero, si vas a ofrecerlo como postre, debes tener claro que el maridaje ideal para los quesos muy fuertes es un vino dulce y alicorado. Los quesos más suaves se llevan de maravilla con los vinos blancos aromáticos, como los de uva Gewürztraminer.
Elección de los quesos
La cata del queso, como la del vino, pasa por diferentes fases en las que se evalúan sus distintas características sensoriales. Comenzamos con la visual, olfativa y gustativa para, a continuación, llegar a una fase táctil, en la que se aprecia el tacto con los dedos primero, y la textura en boca después. Por eso, a la hora de decidir los quesos protagonistas de nuestra cata, es importante que elijamos varios tipos, para poder compararlos y analizarlos en base a sus diferencias.
Bastará con una selección que incluya entre cuatro y siete variedades. Habrá quesos suaves, blandos y cremosos que, poco a poco, irán dando paso a quesos semicurados, curados y viejos. Asegúrate de contar con, al menos, un queso de leche cruda. Son los preferidos de los auténticos “amantes de los quesos” por el abanico de matices que nos suelen ofrecer.
La importancia de un buen corte
El corte para cada tipo de queso debe ser elegante y cuidado a su proporción. Los quesos azules se cortan con un cuchillo cuya hoja ha sido previamente calentada. Para los quesos blandos, existe una pala cuchillo que es ideal. Los redondos suelen cortarse a cuñas y los cilíndricos en rodajas o medallones. No obstante, tanto los quesos azules como los de untar, se deben servir enteros y que sea el comensal quien se sirva a su gusto. Los de pasta dura, se sirven cortados en pequeñas porciones para que no se resequen y los de pasta blanda, en cuñas o tacos. Intenta que el corte de cada queso sea diferente, de este modo, será mucho más fácil diferenciarlos.
Cuida la temperatura
Para valorar la calidad del queso, hay que analizar su aroma, la pasta, el grado de maduración y la corteza. Es cierto que la mejor forma de conservar los quesos es en el frigorífico, siempre envueltos y protegidos de la forma más adecuada. El papel de aluminio está bien aunque, el mejor es un papel de algodón especial para quesos que los permite transpirar.
Si no te quieres perder ninguna de las propiedades de tus quesos seleccionados y buscas mantener todo su sabor y la textura adecuada, debes saber que la temperatura es un factor clave. De modo que, las temperaturas más bajas podrían endurecer demasiado tus quesos y las excesivamente altas, los harían sudar y no tardarían en echarlos a perder.
La temperatura ideal para consumir los quesos blandos es de entre 18 y 20 grados, mientras que los de pasta dura o semidura deberán servirse a 22-24 grados. Por tanto, para una óptima degustación, lo más aconsejable es sacar tus quesos de la nevera, al menos, una hora antes del inicio del evento. Así te asegurarás de que su sabor, aroma y consistencia sean los adecuados. No obstante, cuanto más dura sea la pasta y más grande el queso, con más tiempo de antelación habrá que atemperarlo.
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